El archivo se sitúa en un paisaje suburbial lleno de vacíos. La materialidad del edificio es importante desde el primer momento a la vez que representativa del propio lugar, siendo el revestimiento de la fachada uno de los elementos que más destaca del proyecto, ya que, se realizó mediante piezas cerámicas diseñadas exclusivamente para este proyecto.

Otro aspecto importante del proyecto es el gran vacío que se genera en el volumen principal a modo de patio toledano, que recorre todos los niveles del Archivo, dejando que la luz natural sea uno de los grandes protagonistas el espacio.

Para resolver el proyecto los arquitectos se basan en la utilización de sistemas constructivos de gran simplicidad, consiguiendo así un conjunto unificado y completamente funcional. El volumen en forma de U, compuesto por un total de nueve módulos, abraza una plaza central de recepción.

Los módulos están apilados formando conjuntos de dos plantas que a su vez quedan separados por patios con vegetación. La construcción de los distintos volúmenes se resuelve con la consecución de una serie de pórticos que permite dejar un espacio diáfano interior de 47.50 x 20.75 m.

El volumen se desarrolla en un bloque en U en el que aparece un patio abierto.

El bloque se define como un paralelepípedo de sección cuadrada con una geometría regular, limpia y rigurosa. Este bloque se resuelve con una fachada de vidrio serigrafiado que aísla al edifico frente a las variaciones climáticas. El bloque más bajo, que ocupa el centro del patio, alberga los usos más públicos del edificio, es de planta rectangular y se encuentra semienterrado. La cubierta de éste se convierte en un jardín en el que aparecen patios y tragaluces que iluminan el interior.

El edificio resuelve con gran elegancia y aparente sencillez un programa muy complejo. Muestra sus volúmenes horizontales de limpias aristas sin arrogancia alguna pero con precisa rotundidad.

La composición parte de una trama estructural limpia y regular, donde los espacios quedan definidos en un juego exacto de líneas paralelas, donde se encajan las cuatro crujías de 12,5 m hasta completar la totalidad de la anchura de parcela, combinándose con distintos patios.

El aspecto industrial de este conjunto quedará anulado por un diseño muy cuidado de líneas y detalles: el uso de materiales para una fachada en concordancia con la ciudad utilizando el bloque de cemento para dar unidad al conjunto con un color ocre claro, clásico de los revocos toledanos.

La interrelación espacial entre cada una de sus partes, y la conexión con el espacio externo nos lleva a la concepción de una arquitectura de encaje de volúmenes y no de muros con taladros. La superposición de cuerpos geométricos sobre y entorno a la idea del espacio unitario, origina diversas soluciones formales que se han medido con extremada exactitud para el exacto cumplimiento de la función que se les encomienda.

Parece evidente que el edificio, con su doble función social y administrativa, debe poseer dos nexos de conexión con el exterior.

Siguiendo la idea básica de planeamiento de crear una arquitectura útil, de adecuado acoplamiento formal y vivible en cada una de sus partes, se ha revitalizado la cubierta del edificio con la creación de una terraza semicubierta para unas funciones puramente expectantes o de recepción.

El conjunto de viviendas bioclimáticas pretende ser un referente en Sta. Mª de Benquerencia, un barrio constituido mayormente por una arquitectura y un urbanismo banal.

Los arquitectos plantean la fragmentación del proyecto en 10 bloques de 5 y 6 plantas, lo que permite romper la monotonía de un único conjunto y añadir relaciones entre ellos y con el resto de la parcela. Cada bloque de vivienda se organiza en función de la orientación, abriéndose todas al interior de la parcela.

La planta baja hacia el exterior se cierra con un zócalo previsto para instalar locales comerciales. La distribución de las viviendas se plantea de manera flexible en función de la diversidad de inquilinos y sus necesidades.

El polígono industrial de Toledo, y su barrio residencial de Santa María de Benquerencia, se encontraban desvinculados entre sí por la carretera N-400.

La necesidad de los ciudadanos de cruzar hacia el otro lado, llevó al Ayuntamiento de Toledo a tomar la decisión de encargar al estudio A.I.A. la construcción de una pasarela peatonal que también se configurara en sí misma como un hito del lugar.

Su estructura metálica salva un vano de 65 m de forma elíptica con un tablero de sección asimétrica colgado gracias a 38 tirantes de un gran piloto de 43 m de altura e inclinado 25º.